La vida en Seúl nos transporta no solo en el espacio y el tiempo, sino en el terreno de los deseos, que como una nueva dimensión ocupan y multiplican realidades. Andrés hace un viaje a una ciudad extraña y lejana, en la búsqueda de un sueño igual de extraño. Un paciente, enamorado de su terapeuta, que cree que el suelo de Corea hará florecer la semilla que, en forma incierta, se abre en su interior.
Un largo viajo a un continente desconocido, a una gran ciudad de caminantes y luces de neón que empequeñecen a los seres perdidos en búsquedas que parecen infinitas. Un adolescente en conflicto con su sexualidad busca a su amor idealizado por las calles de Seúl. Su obsesión sacude a Silvio, quien trata de cumplir sus sueños y recomponer su relación amorosa con Inte.
Andrés recorre mental y compulsivamente los pasados que lo unen a su terapeuta. Del consultorio al modesto departamento donde vive la pareja en Corea hay segundos, en los que los hechos se recrean, imaginan, resignifican e interpretan para intentar justificar un accionar que no tiene más (sin)razón de ser que el amor. La ilusión de empezar de nuevo, de otra forma, distinta, donde lo negado, lo prohibido y lo querido pueden suceder en un azaroso juego que no distingue ganadores de perdedores.
El viaje del enamorado puede ser un viaje al Inframundo, como el de Orfeo. Requiere una paciencia y una fe inquebrantables. Aunque bien podría ser un viaje a un planeta inexplorado, una “Space Oddity” à la Bowie. En ambos casos… ¿Permanecerá fiel la figura amada? Es sólo una sombra a nuestras espaldas… ¿Cómo confiar en los amores terrestres, cuando nuestra aventura tiene como destino las estrellas? El planeta tierra es azul, y no hay nada que podamos hacer.
El espacio escénico es una amplia sala despojada y delimitada superficialmente donde con distintos matices lumínicos los personajes recrean los recuerdos de Andrés. El espacio privado es público, los personajes permanecen dentro de él en la inacción cuando las memorias no los llaman. Esta inacción es expectante y fantasmal, su ausencia no es una verdadera ausencia.
Un set de objetos neutros junto a secuencias de amplificaciones sonoras recrea el espacio evocado por el narrador.
Tanto el vestuario como la escenografía coquetean con una paleta de colores fríos, con algunos contrastes en rojo. Los colores, patrones y texturas resuenan con el mundo interno y emocional de los personajes. La claridad casi blanca del vestuario de Andrés representa el lienzo en donde se imprimirán sus incertidumbres y estados de ánimo, mientras que el rojo pasional de Inte contrasta con los azules moderados y conservadores de Silvio.
El trabajo se desarrolla mediante encuentros de mesa, en los cuales se toma al texto y su análisis; y encuentros donde se improvisa comprometiendo el cuerpo, buscando a través de diferentes estímulos externos, distintos enfoques de las escenas. Reuniones interdisciplinares junto con la producción, dirección de arte y diseño de iluminación/vestuario colaboran para realizar un intercambio y un trabajo conjunto en que todos los aspectos presentes se encuentren en armonía.
Dalma Lucila Portero (Directora)
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